En el Reino Unido el servicio público ofrecido por la BBC está supervisado por BBC Trust, una comisión independiente que, cada cinco años, analiza la oferta de la corporación para asegurar que cumple su misión de servicio público, ofreciendo información y servicios que aporten valor al ciudadano sin ejercer una competencia desleal sobre el sector privado.
Este año, la comisión ha revisado la oferta de la BBC en Internet, exigiendo a la página web de la cadena las mismas cosas que a la televisión. El último análisis había sido hecho en el año 2003 (antes de que existiera BBC Trust) y en él se solicitaba la inclusión de un mayor número de enlaces a páginas comerciales o la inclusión de materiales encargados a productores independientes.
En el análisis de este año lo más inmediato ha sido el cierre de la sección educativa de la web, responsable según se cree del despido de hasta 200 empleados de empresas privadas debido a la competencia generada, así como el recorte de algunas de las aplicaciones del nuevo reproductor de video que la BBC ha desarollado y que permite descargar cualquier programa emitido por la cadena en los siete días posteriores a su emisión y que permanece en el ordenador del usuario por un plazo de tiempo limitado, tras el cual deja de estar operativo.
Sea el control de la parte de Internet o de la parte de televisión, parece evidente que en el Reino Unido tienen claro que el servicio público y el sector privado son dos cosas independientes. Aunque en muchos casos se solapen y sea imposible evitar la competencia, no parece que en aquel país tengan los problemas que aquí escuchamos a menudo cuando las privadas se quejan de que TVE les hace competencia desleal al tirar los precios de la publicidad, por ejemplo.
Por otra parte, tampoco sé hasta que punto es bueno estar tan controlado como para que los avances tecnológicos no puedan ponerse en marcha por suponer una traba al avance de la competencia privada, como el caso del reproductor de vídeo, algo que podría acabar fomentando la inacción de muchos por no tener enfrente un rival capaz de poner en marcha las innovaciones.