Dos noticias de temática laboral me han puesto a pensar en estos días: de una parte la anunciada inspección de trabajo a la que deberá someterse la productora Miramón Mendi tras conocer, o deberíamos decir, publicitarse escandalosamente, el hecho de que sus empleados no tienen contrato.
El sector del audiovisual debe ser uno de los más perros en este tipo de cuestiones: desde becarios eternos hasta autónomos con jornada completa y derecho a vacaciones, cualquier cosa es posible. Una de las prácticas más habituales es la del contrato por obra, una opción muy criticada, pero que entiendo cuando el trabajador es contratado para un producto cuya viabilidad es dudosa y depende de los caprichos de una audiencia exigente e imprevisible y las decisiónes no menos arbitrarias de algunos equipos de gestión. Sin embargo, pese a existir este formato de contrato que no compromete a nadie y sin embargo garantiza ciertos derechos al trabajador, aun hay empresas que ni se lo plantean.
Lo de los actores de Miramon Mendi es lamentable pero al menos ellos tienen la prueba fehaciente de que trabajan para la empresa, caso de ocurra algún percance, su trabajo está grabado y nadie discutirá su participación en el proyecto. Sin embargo ¿cuantos trabajadores sin nombre, apellidos o cara conocida hay tras ese trabajo que están en las mismas circunstancias?
Por otra parte, ayer también se publicaban los sueldos de los actores españoles, estos que sin contrato se embolsan sin embargo importantes cantidades de dinero que, a buen seguro, les compensan esa falta de estabilidad laboral. Hasta 60.000 euros puede llegar a cobrar un actor protagonista por grabar un episodio de una serie de televisión nacional, una cifra que, si multiplicamos por el número de episodios que muchos han grabado ya, da como resultado un dinero que tantos otros trabajadores detrás de las cámaras no conseguirán ganar en toda su vida laboral.
Pese a la odiosa comparación, con los actores opino igual que con los futbolistas, un trabajo debe ser remunerado en función del dinero que genere a la empresa y, si la presencia de determinados actores garantiza una mayor inversión publicitaria o una extensión en el número de episodios de la serie, pues habrá que pagar lo que vale. Pero, precisamente por esta simple regla de tres, entiendo que los sueldos de los actores deberían empezar a rebajarse, pues si convenimos que las cadenas deben adaptarse a ser rentables con un share menor al acostumbrado,lo quesupondrá una reducción de los ingresos en general y por tanto de los sueldos en particular y lo lógico sería comenzar por aquellos que más se benefician del éxito.
Vale, trabajadores (actores) sin contrato: ¿Significa eso que están cobrando dinero negro? ¿Sin retenciones de IRPF ni cuotas de SS? ¿Han hecho declaración de la renta esos trabajadores?
Esto puede dar lugar a verdaderas escenas de matrimonio.