Si salimos a hacer una encuesta preguntando a quién le gusta ver deporte televisado, seguro que encontramos una amplia mayoría de gente que afirma seguirlo y gustarle pero, puestos a probar esta afirmación, es probable que muchas de esas personas que han respondido que si solo vean deporte televisado cuando juega su equipo o su selección y pasen olimpicamente de ver otro deporte donde no haya un paisano compitiendo (y solo si tiene alguna posibilidad de ganar). Conclusión: nos gusta el deporte si hay algo jugoso que ver pero no la competición por la competición.
Llegados a este punto, creo que se puede clasificar a este grupo de gente, entre los que me encuentro, como forofos aficionados a un equipo o deportista concreto y no al deporte en si mismo. Vivimos las patadas de otro modo, cuando el público se echa encima de nuestro representante lo sentimos de otra manera y cuando el contrario da muestras antideportivas de cualquier clase nos encendemos y sulfuramos como el que más, convirtiendo luego nuestras victorias en un acto de heroismo mucho más satisfactorio aun que el mero hecho de ganar un partidillo porque, reconozcamoslo, eso de que lo importante es participar está muy bien para educar a los niños, pero lo que mueve masas y el dinero para mantener el deporte no es otra cosa que el ansia de ganar.
Pues bien, todo este rollo la UEFA parece no entenderlo o al menos querer cambiarlo y ha decidido que, a partir del próximo año, las cadenas que retransmitan los partidos de fútbol cuyos derechos gestionan deben acogerse a unas normas, entre las que se encuentran cosas tan absurdas como no poder mostrar las repeticiones de las entradas duras más de una vez, no poder mostrar las pancartas de los aficionados, no poder mostrar a estos nada más que en momentos en que el juego esté parado y, lo que es aun peor, no poder estar en desacuerdo con las decisiones arbitrales.
Entiende pues la UEFA que son los periodistas deportivos en su retransmisiones los que están convirtiendo el deporte en un acto de vandalismo y violencia, que los idiotas que tras los partidos o durante los mismos se dedican a atizar a los rivales lo hacen por culpa de las televisiones y no de su propia memez, y atacan lo que es un legítimo derecho a informar, entrometiéndose en la retransmisión de los partidos hasta extremos impensables con la amenaza de retirar los derechos a la cadena que incumpla estos requisitos.
¿Serán las cadenas tan tontas de no unirse para rebelarse contra esta decisión que se inmiscuye en libertades que no son sólo de las cadenas sino también de los ciudadanos, que tenemos derecho a que nos informen de lo que está pasando? ¿Serán capaces los comentaristas deportivos-que acostumbran a ser tan locuaces y tan defensores de los derechos-de admitir que se les calle la boca de esta manera impidiéndoles discutir decisiones arbitrales? Yo no me lo puedo creer.
Pues nada, si pasan por el aro está clarísimo que habrá todavía más motivos para hacer lo que tantísima gente hace: bajarle el volumen a la tele y poner la radio. Vamos, que si yo fuera la cadena en cuestión, me plantearía aquello que probó la BBC (si no me equivoco fueron ellos) de retransmitir los partidos sin comentarista, sólo con el sonido del propio campo.