Si eres seguidor de Los Soprano y aun no has visto el final de temporada (y de serie) sigue leyendo bajo tu responsabilidad.
He de reconocerlo, no soy seguidora de Los Soprano, cuando la serie empezó a tener notoriedad ya había pasado un tiempo y empezar desde el principio me daba pereza, así que opté por dejarla para una mejor ocasión que, hasta el día de hoy, no ha llegado aun.
Pese a ello, leo cosas sobre la serie y estoy al tanto de la ‘series finale’ que se emitió hace un par de días en EE.UU. y que ha dejado a los aficionados divididos en dos grandes grupos: los que están encantados con el final y aquellos otros, los más revoltosos, que están que se suben por las paredes exigiendo un final digno a la serie de sus amores, que parece ser terminó con un fundido a negro inesperado en el que se deja a la imaginación del espectador si los protagonistas están a punto de morir o simplemente coinciden en un mismo sitio con uno de sus enemigos por azar.
Los aficionados han inundado la web de HBO con protestas y los principales comentaristas de televisión están derrochando habilidades para criticar este final abierto y poco original en el que los guionistas parecen no haber sabido como rematar una serie que merecía un final mejor.
Las comparaciones son odiosas pero, frente a ejemplos como Veronica Mars o Chicas Gilmore, que apenas tuvieron tiempo de despedirse de su audiencia, que Los Soprano haya hecho esta especie de mutis por el foro tan poco elaborado parece más un acto de pereza de unos guionistas sin capacidad para encontrar un gran final que un verdadero trabajo de autor.
Por si las moscas, el creador de la seriese ha ido unos días de viaje a Francia y solo ha concedido una entrevista en la que habla del final, sin explicar gran cosa.
Los que la están liando son los que querían un final a lo El Padrino o Scarface, o las de Scorsese. Los Soprano nunca siguió el camino de nadie, sino que creó el suyo propio, y se ha despedido así.
Para mí el final es perfecto porque después de ocho años de terapia nos enseña cómo funciona la cabeza de Tony Soprano. Cualquier persona es un enemigo potencial, vive y vivirá en un estado de paranoia continua.