No conozco absolutamente de nada a Sara Carbonero, no sé siquiera si es una chica simpática, si es buena compañera o si entre los profesionales de su cadena y la competencia está bien considerada, no sé absolutamente nada de ella salvo que es guapa, que tiene éxito en su trabajo, que es la novia de uno de los futbolistas más renombrados del país y que trabaja como periodista deportiva en una de las cadenas de mayor audiencia de España. En conclusión: es envidiada.
Envidiada sanamente por muchos, que desearían ser tan guapos como ella, tener una pareja tan estupenda o un trabajo tan lucido. Maliciosamente por otros, que entienden que nadie con estas características puede llegar a donde está solamente teniendo buena genética, buena química y buen hacer profesional. Son estos últimos los que siembran de maldad las redes sociales cada vez que surge la oportunidad de criticar a Sara, arrastrando consigo a los otros que, sin mayor maldad, siguen bromas como la de #Gracias Sara con ejemplos de mucha gracia y ninguna intención de dañar. Y así es como se forman las bolas de nieve mediáticas.
Podríamos quitarle importancia, de hecho no la tiene si nos paramos a pensar que, después del desahogo, la protagonista de la mofa sigue siendo igual de guapa, sigue teniendo el mismo novio estupendo y sigue trabajando en lo que le apetece, probablemente con mayor relevancia y exposición mediática, lo que solo revierte en un mayor número de contratos publicitarios con los que llenarse el bolsillo. Sin embargo, a mí estas bromas empiezan a cansarme un poquito y no por achacar este tipo de comportamientos al machismo, aunque a veces me planteo, igual que Carme Chaparro, si el pitorreo sería el mismo caso de ser Sara un tío feo que vive en casa de su madre a los 40 y solo interviene ocasionalmente en los partidos con conexiones a pie de campo para contarnos las chorradas habituales que a este encargado de la información deportiva le toca asumir. Porque ¿no me negaréis que la mitad de lo dicen los comentaristas en una retransmisión no es pura paja para rellenar minutos? obviedades que cualquiera podría comentar con el que tiene sentado al lado mientras engulle un puñado de palomitas o traga media lata de cerveza. Pero claro, no son Sara. Y sí, es cierto, no son pocas las veces que se ha criticado a Sergio Sauca o Nico Abad por cosas parecidas pero ¿han salido después en la prensa protagonizando escarnio público? ¿ocurre algo similar casi cada vez que salen? Yo al menos no lo recuerdo.
En este caso además, el detonante de la guasa no fue tanto la respuesta de la periodista, como la tontería de pregunta que le hicieron y el rápido agradecimiento por parte de su compañero como quién ha cumplido con el trámite de una conexión obligatoria, con lo que ambos quedaban igualmente mal, pero finalmente ha sido ella quién se ha llevado todo el recochineo. No me extrañaría nada que quienes la conozcan personalmente afirmen, que no lo sé, que es altiva, distante y muy poco sociable ¡no te fastidia! A ver quién en su lugar consigue seguir siendo natural cuando sabes que hay mil ojos y otras tantas orejas dispuestos a saltar tan pronto tengas el más mínimo desliz. Sí, esto va con el trabajo y el sueldo, pero hay ciertas cosas que el dinero y el éxito no compensan, menos mal que hay voluntarios dispuestos a que todos los ojos recaigan sobre ellos porque otros muchos no lo aguantarían. Gracias Sara.
Bueno, haz una cosa, si tienes tiempo y ganas: compara el trabajo que hace Sara a pie de campo con el que hace, por ejemplo, Susana Guasch a pie de campo también. Ojo, algunos tweets son humillantes y terribles, no son divertidos y no son una crítica constructiva. Pero el detonante es que ella ese trabajo no lo hace todo lo bien que se podría esperar. Es joven y aún acaba de empezar como quien dice, está a tiempo de mejorar, pero hoy por hoy, en esas situaciones de improvisación no es buena profesional (hay cientos como ella, eh! Hombres y mujeres) Es cierto que mucha gente la critica porque se muere de envidia, pero hay otras críticas que son respetuosas y que tienen su fundamento. Susana Guasch, cuando está a pie de campo se hace oír: aporta datos de los equipos de temporadas anteriores, de curiosidades de los jugadores o entrenadores, etc. Y se hace oír, sus compañeros no la interrumpen, la respetan. Aunque es cierto que el trabajo a pie de campo no es muy valorado y a veces pocos datos aportan, cierto. Quizá, el gran problema de Sara sean,precisamente sus compañeros, sí, los que la interrumpen constantemente, que no la escuchan y que en ocasiones son hasta maleducados ignorándola. Ellos la defienden mucho,pero en ocasiones no la tratan con respeto, y yo, por defecto profesional, me doy cuenta y me ofende como si me lo hiciesen a mí. Si ella es buena profesional, el tiempo lo dirá, tiene que resistir y defenderse de todo esto haciéndolo mejor que nunca. Mi opinión es que no lo hace bien, no soy una experta, pero cuando lo haga bien, la gente la valorará. María Escario y Olga Viza, en su día lo pasaron bastante mal, ellas lo cuentan a menudo, pero acabaron callando bocas. Todos sabemos por qué está ahí, de entrada no fue su profesionalidad, lamentablemente, pero ahora ella sí quiere, los hará callar con el trabajo bien hecho. Esa es la única manera de hacer que te respeten, haciendo bien tu trabajo. Lo cual no significa que con ella se está haciendo sangre gratuitamente, y que es repugnante.