La expectación que había levantado la última entrega de 21 Días queda patente en sus buenísimos resultados de audiencia, un 18,4% de share en un día tan complicado como el lunes y emitiéndose en un día que no es el suyo habitual.
De los casi dos millones y medio de personas que siguieron las vivencias de Samantha Villar en el mundo del porno, parece que los nuevos espectadores están más molestos que aquellos que aplicaron el sentido común y tenían claro que la periodista no iba a protagonizar ninguna escena sexual. Echarle la culpa de la decepción a Cuatro, alegando que en la promo del programa se insinuaba que su protagonista interpretaría una de estas escenas, es no conocer el mundo de los medios de comunicación y el marketing y no pararse a pensar en los múltiples significados que una frase como «voy a hacer mi primera escena porno» puede tener. En cualquier caso, la cadena encontró lo que buscaba: expectación y audiencia record, y ahora además puede anotarse la medalla de escuchar al público, cumplir sus deseos y que encima le funcione.
El programa estuvo bien: se mostraron diferentes aspectos de la industria del porno en España, vimos como afrontan su trabajo distintos protagonistas, cuales son algunos de los métodos utilizados para seleccionar a los actores y cuales son las medidas sanitarias o de higiene que se utilizan. Aprendimos cuanto se puede cobrar por un trabajo así, cuanto tiempo libre te deja y qué prácticas sexuales se muestran en estas películas. Todo ello explicado por sus protagonistas y sin necesidad de mostrarlo. No podría decirse que el programa fuera elegante, pero tampoco resultó sórdido ni desagradable, gracias a la reacción curiosa y natural de una Samantha Villar que a los pocos días ya empezaba a estar un poco saturada de tanto sexo y que cambiaba su curiosidad inicial por incomodidad y vergüenza.
Como digo, un programa entretenido y con curiosidades para el espectador medio que, sin embargo, no se ajusta al formato de 21 Días y aquí si podríamos criticar que se quiere hacer algo espectacular sin realmente poder hacerlo. Era evidente que la presentadora no iba a meterse a actriz porno durante 21 días para hacer el reportaje pero, si desde el principio nos cuentan que «no es lo mismo contarlo que vivirlo», entendiendo por vivirlo dormir en la calle, no comer o fumar porros todo el día, lo que este programa exigía para ajustarse a lo vivido en los demás era pasar a formar parte del mundo del porno y no limitarse a observarlo desde fuera y contarlo. Cualquier entrega de Callejeros o Mi cámara y yo hubiera dado el mismo resultado y habría tenido más sentido pero, quitando esto que no deja de ser un detalle de forma, el programa estuvo bien.
a mi me pareció que estuvo bastante bien realizado. Divertido.
Con el éxito obtenido pronto A3 y otros canales harán reportajes similares.