Una de las cosas maravillosas que la democratización del acceso a internet y los dispositivos grabadores de video nos ha traido, es la proliferación de piezas audiovisuales. Unas mejores que otras, algunas con intención de convertirse en series profesionales y otras con la simple intención de hablarle al mundo desde la calle o una recogida habitación, pero todas ellas ejemplos de la creatividad que cada persona lleva dentro y que, en muchas ocasiones, merece ser expuesta al mundo, algo hasta ahora tremendamente difícil por la necesidad de hacerlo a través de un canal de televisión, plataforma de comunicación verdaderamente restringida, tanto para los que quieren contar como para quienes desean ser contados.
¿Alguien se imagina que de pronto fuera necesario pedir una autorizacion al gobierno para subir a YouTube ese vídeo de nuestra ciudad, ese cortometraje que hemos grabado con los amigos o el de gatitos tan mono? Imposible, pensarán algunos. Pues eso es lo que Berlusconi estaría pensando hacer en Italia, supongo que fruto de la conmoción que aún debe estar sufriendo tras la agresión sufrida hace unas semanas.
El decreto que estarían pensando aprobar en Italia obligaría a cualquiera que quiera subir imágenes a la red (concretamente habla de imágenes en movimiento, vayan acompañadas de sonido o no) a solicitar una órden ministerial y a acatar las mismas reglas que una cadena de televisión. Por si esto no fuera suficientemente demencial en si mismo, el gobierno italiano pone como excusa que la normativa europea exige este tipo de normas para controlar el ‘product placement’. Hilarante, si no fuera tan demencial.
Si finalmente este decreto sale adelante y los italianos se ven obligados a solicitar una órden ministerial para subr vídeo a la red y además se ven obligados a acatar las reglas de una de cadena de televisión, se habrán cargado de un plumazo, no sólo la posibilidad de difundir sus obras de muchas personas que utilizan internet como medio para mostrar su valía como creadores audiovisuales, sino también la posibilidad de alimentar redes sociales con vídeos de usuarios que comentan hoteles, restaurantes o ciudades e incluso la posibilidad de que los familiares y amigos disfruten viendo como crecen los niños, como fue esa boda a la que no pudieron asistir o esa borrachera que no recuerdan.
¿Qué será lo siguiente? ¿Obligar a los que tienen un blog a pedir un permiso de publicación y que se rijan por las normas de la prensa escrita o las editoriales?
Hace tiempo que en Italia se está forjando algo que se creía extinguido de Europa.