Como siempre cuando se entrega cualquier tipo de premio, unos me parecen excelentes elecciones, mientras que otros me dejan más indiferente, es lo normal, pues no todos tenemos los mismo gustos televisivos ni las mismas varas de medir. Sin embargo, en esta última edición de los premios Ondas, el jurado ha estado muy cerca de conseguir un pleno conmigo.

Lo más llamativo, la designación de Jorge Javier Vazquez como mejor presentador, en una reivindicación de algo que, me váis a perdonar la autocita, ya dije yo aquí hace unas semanas y no pocos comentarios lo apoyaban: que independientemente de los contenidos de un determinado programa de televisión, la calidad de un programa o de sus presentadores es algo medible en función de parámetros estrictamente televisivos y Sálvame , con Jorge Javier Vazquez a la cabeza, es un buen ejemplo de ello. No me cae bien Jorge Javier, siempre lo digo, pero hay que reconocer que en él recae gran parte del mérito de la salida a flote de una cadena que estaba pasándolo realmente mal, una cadena que ha soltado más de 20 horas de programación semanal sobre los hombros de una sola persona y cuyos resultados bien merecen una buena subida de sueldo, además del premio Ondas.

Me gusta también que hayan reconocido a María Castro como mejor actriz por su papel en Sin tetas no hay paraiso. En este caso me cae muy bien la actriz y me refuerza la idea de que los papeles de villanos suelen ser más atractivos que los de héroes o sufridores, y en este caso, de todos los personajes de la serie, el de María siempre ha sido el mejor, por el papel en sí mismo y por la fantástica interpretación, por encima incluso de lo mostrado por el ya galardonado Miguel Angel Silvestre.

Otro programa polémico que recibe un premio: Física o Química. Ya me imagino las asociaciones de padres que tanto han criticado esta serie como habrán pasado el fin de semana, viendo como se reconoce que, lejos de promover entre los chavales la drogadicción y el sexo sin control, com muchas veces han criticado, la serie ha logrado contactar con los jóvenes como hace tiempo no hacía ningún otro programa, mostrando en forma de ficción, nunca lo olvidemos, algunas de las inquietudes de su generación.

También han premiado a Gonzalo de Castro, el entrañable Doctor Mateo, una serie que sigo desde el principio, perfecta para una noche de domingo y dónde su protagonista borda el papel de antipático y amargado doctor, pese a que en los últimos dos episodios parezca haber encontrado el sentido de la vida y haya dado un giro de 180º.

El resto de premios han ido a parar a El Intermedio como Mejor programa de Actualidad (¿actualidad o entretenimiento? en cualquier caso, buen programa, que sería aún mejor si supieran darle a todos por igual), Informe Robinson en la misma categoría (excelente), 23-F premio a la calidad televisiva (no lo he visto, aunque las críticas posteriores a su estreno parecen avalarlo), Fama como mejor programa de entretenimiento (pues bueno, a estas alturas me he aburrido y ya no lo veo, creo que hubiera sido mejor premiarlo en su primera entrega, no sé si tiene sentido a estas alturas) y Madrileños por el mundo como Mejor programa de las autonómicas (un merecidísimo reconocimiento al precursor de tantas otras versiones de este mismo formato).

Ahora sólo queda que actualicen un poco la página web estilo siglo pasado que tienen los premios y todos tan contentos.