El auge de las redes sociales y otras herramientas de comunicación en internet están haciendo que muchas formas de actuar de las personas se transformen, especialmente si estas actuaciones eran fruto de determinadas informaciones. Cosas tan sencillas como ¿qué vemos esta noche en televisión? ya no dependen de la información de un profesional de los medios de comunicación, sino que se toman en función de lo que nuestros amigos, en mayor o menor grado de virtualidad, nos comentan día a día en la red. Y esto es lo que se ha comentado en Los Angeles, en una sesión sobre el futuro de la televisión donde se ha enviado a los críticos televisivos a la tumba en favor de las redes sociales (no ya de los blogs).
Puedo estar más o menos de acuerdo con que los críticos televisvos tengan ahora menos influencia en los potenciales espectadores de la que tenían hace años, cuando la única manera de conocer algo de una serie o programa que aun no habíamos visto era a través de estas personas, pero no es menos cierto que muchas de estas informaciones se limitaban a reproducir notas de prensa de los interesados sin profundizar en las bondades o defectos del producto en cuestión. No hay más que ir, aun hoy en día, a la sección de televisión de cualquier periódico y nos encontraremos cualquier cosa menos una crítica o análisis subjetivo de las novedades televisivas más recientes.
Esto no tiene por qué ser necesariamente malo, de hecho muchas de las bondades de un medio tradicional radican en la objetividad de sus informaciones pero, dado que el espacio es limitado, decidir a qué se da un hueco en la página ya entraña cierta subjetividad y los más poderosos tienden a ser los que más veces aparecen.
El problema, si es que lo es, radica en un cambio en la forma de buscar información de las personas, precisamente por las posibilidades que ofrecen los nuevos medios: si ahora puedo enterarme de qué programas de televisión nos vienen y encuentro dos o tres personas de confianza que me hablan de ellos, podré decidir si invierto mi tiempo en verlos o si lo dejo pasar, no como antes que no tenía a quién preguntar. La posibilidad de encontrar seres humanos detrás de las informaciones y no cabeceras de periódicos deshumanizadas hace que los lectores puedan identificarse con quién escribe y establecer relaciones de confianza al cabo de un tiempo. Es más, incluso aquellos con los que no coincides nunca, te pueden hacer tomar decisiones sobre un producto concreto (televisivo o no), precisamente porque nunca coincides.
Lo dice JJ al final de esta acertada entrada: «acabas viendo lo que te recomiendan tus colegas, o las series que surgen como tema de conversación. Como la propia red que se usa para difundirlas, son entre pares, mientras que en las audiencias tradicionales funciona el efecto de difusión masivo y la sincronía. O funcionaba.»
La ventaja de todo esto es que antes los amiguetes no podían recomendarte algo desde una sección televisiva de un medio tradicional, mientras que ahora todos esos críticos de siempre tienen la posibilidad de llegar a cualquiera y transmitirle sus ideas, al margen de pesadas constricciones de espacio o editoriales. Las redes sociales, o Internet en general, no solo no matarán a los críticos televisvos, sino que les dan mucho más recorrido y posibilidades.
Me siento reflejado en esta entrada 😉