Había una película que se llamaba así, en ella el protagonista ya está envenenado y la historia consiste en saber quién ha sido y por qué todos parecen tener motivos para haberlo hecho. El argumento así contado podría aplicarse a la historia de Díselo Bailando, el programa que Carlos Sobera debería presentar en TVE y que hace tiempo está paseando de despacho en despacho sin conseguir que los directivos responsables terminen de darle el OK definitivo.
Por lo que he podido leer, parece que son ya cuatro las entregas que se han grabado de este programa, mezcla de reality de testimonios y talentos, y ninguna de ellas ha logrado convencer a quienes piensan que el estreno de Sobera en la pública está obligado a ser un éxito, razón pr la cual empiezan a plantearse la cancelación total del proyecto.
A la vista de estos datos, me da la sensación de que el error de TVE puede que no esté en la elección del presentador, de los participantes o en la forma de producir el programa, sino en algo tan sencillo como el propio formato que, una vez trasladado del papel al vídeo, no convence a sus responsables. Aunque pueda parecer un gran fiasco, me parece una decisión inteligente esta prudencia ante un producto con el que se tienen dudas tan evidentes. Llegados a este punto, o lo sacan como está o definitivamente lo eliminan para siempre.
Y mientras los que no tenemos las influencias y contactos de las productoras de siempre, nos comemos nuestros formatos con patatas, o esperamos a que Cuarzo, Boomerang o alguna productora amiga de lo ajeno nos plagien al amparo de este tinglado que se han montado llamado televisión generalista.